Un estudio sugiere que los pacientes de VIH necesitarían empezar antes el tratamiento
Según los resultados de un estudio financiado por la Unión Europea y publicado en la revista The Lancet, los pacientes de VIH con un número relativamente alto de células CD4 tienen una mayor tasa de mortalidad que la población general. A pesar de que este incremento es relativamente pequeño, este hallazgo resalta la importancia de estudiar más a fondo los riesgos y beneficios de que los pacientes comiencen con la terapia anti-retroviral (TAR) cuando tienen todavía un número alto de células CD4. La UE apoyó este trabajo mediante el proyecto NEAT («Red europea para el tratamiento del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, SIDA»), financiado por el área temática «Ciencias de la vida, genómica y biotecnología para la salud» del Sexto Programa Marco (6PM). Las células CD4 son glóbulos blancos con una gran importancia en el sistema inmune, y contribuyen a que el cuerpo combata las infecciones. En gente sana no infectada con el VIH, el número de células CD4 por microlitro de sangre oscila entre 600 y 1.200. En pacientes con VIH, el virus penetra en estas células y las destruye, debilitando el sistema inmune. Por este motivo, los médicos calculan de forma rutinaria los niveles de células CD4 en la sangre de los pacientes con VIH. En la actualidad, los protocolos recomiendan que los pacientes comiencen con la TAR al descender su número de células CD4 por debajo de 350 por microlitro. Sin embargo, existen estudios que sugieren que podría ser beneficioso para los pacientes empezar a tomar medicamentos antivirales cuando sus niveles de células CD4 estén todavía por encima de este valor. La cuestión de cuándo empezar con el tratamiento no es sencilla, puesto que los medicamentos que se emplean para combatir el VIH son muy tóxicos. Por lo tanto, dispensárselos a pacientes que no los necesiten podría ser dañino. Este estudio ha sido el primero en investigar la tasa de mortalidad en pacientes de VIH con niveles elevados de células CD4 que nunca hayan sido sometidos a TAR. El equipo investigador ha seguido la evolución de un total de 40.000 pacientes de Europa y América del Norte. Los pacientes se distribuyeron en cuatro grupos: hombres homosexuales sexualmente activos, consumidores de drogas por vía intravenosa, personas heterosexuales y pacientes cuyo factor de riesgo era desconocido. De manera general, el estudio reveló que los pacientes con VIH cuyos niveles de células CD4 eran superiores a 350 tenían mayor tasa de mortalidad que la población general. No obstante, se detectó una gran variabilidad entre los diferentes grupos. La tasa de mortalidad resultó ser nueve veces mayor en los consumidores de drogas por vía intravenosa en comparación con la población control, y tres veces mayor en los heterosexuales. Por el contrario, en los hombres homosexuales sexualmente activos fue sólo un 30 % mayor que en la población control. «La tasa de mortalidad aumentó considerablemente en el grupo de los consumidores de drogas por vía intravenosa y los heterosexuales, pero no tanto en los hombres homosexuales sexualmente activos», escriben los investigadores. «Este hallazgo sugiere que el aumento en la mortalidad observado para los dos primeros grupos puede deberse en gran medida a factores socioeconómicos y de estilo de vida, más que a la infección por VIH.» La tasa de mortalidad en el grupo de hombres homosexuales sexualmente activos (HHSA) podría reflejar con más exactitud el efecto del VIH. Según los investigadores, estos hallazgos apoyan estudios anteriores que indicaban que el entorno social de los pacientes podría disminuir su esperanza de vida en mayor medida que el propio VIH. Por otra parte, los investigadores compararon la esperanza de vida de pacientes con diferentes niveles de células CD4. Descubrieron que, en comparación con las personas con niveles de 350-499 células por microlitro, aquellas con niveles de 500-699 tenían una tasa de mortalidad un 23 % menor, y aquellas con niveles de 700 células por microlitro mostraron una tasa de mortalidad un 34 % menor. «Esto sugiere que aquellos pacientes de VIH que todavía no hayan sido sometidos a TAR y que conserven unos niveles de células CD4 superiores a 350 por microlitro tienen una esperanza de vida menor que la población control no infectada, si bien la disminución parece ser pequeña», concluyen los investigadores. «Teniendo en cuenta que la TAR puede aumentar la esperanza de vida de estos pacientes, estos descubrimientos apoyan la necesidad de continuar analizando [ ] los riesgos y los beneficios de comenzar con la TAR cuando los niveles de células CD4 se mantengan todavía por encima de las 350 células por microlitro.» En un editorial que acompaña al artículo, Ingrid Basset, del Hospital General de Massachusetts, y Paul Sax, del Colegio Médico de Harvard (ambos en Estados Unidos), señalan que muchas de estas muertes se deben a enfermedades y situaciones que no se incluyen en la definición clínica del SIDA. «Se ha propuesto un mecanismo que podría explicar cómo la infección por VIH aumenta el riesgo de estas situaciones no asociadas al SIDA, basado en los efectos perjudiciales de la inflamación crónica, la activación inmune y la inmunodeficiencia subclínica», explican. Acerca del hecho de que muchas de las muertes pueden deberse a factores relacionados con el estilo de vida en lugar de con el VIH, los autores sugieren que los médicos deberían «localizar, prevenir y tratar con determinación» factores de riesgo como el tabaquismo, el consumo de drogas por vía intravenosa, la tensión arterial alta, la obesidad o la diabetes, que podrían contribuir a la menor esperanza de vida de los pacientes en etapas tempranas de la infección por VIH. Los autores concluyen con una advertencia: «El VIH sigue siendo un enemigo con múltiples caras, incluso para aquellos pacientes cuyo sistema inmune mantiene una relativa suficiencia.»