La sobreexplotación pesquera no se detiene
La pesca, además de proporcionar alimentos ricos en proteínas animales para el consumo humano, también crea empleo directo e indirecto para más de 200 millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, un informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advierte de que, a escala mundial, el 52% de las poblaciones de peces están explotadas al límite de su capacidad y que el 28% se están sobreexplotando o ya han sido destruidas. Ahora, un estudio financiado con fondos comunitarios publicado en la revista PLoS Biology ofrece a los lectores una perspectiva de cómo las prácticas de gestión afectan a la sostenibilidad de la pesca. Los resultados de este estudio forman parte del proyecto ECOFUN («Análisis de los cambios de la biodiversidad en las propiedades estructurales y funcionales de los ecosistemas marinos bajo factores estresantes acumulativos de origen humano»), financiado con 212.125 euros a través de la Acción Marie Curie «Becas Internacionales de Salida a Terceros Países para la Promoción Profesional» del Séptimo Programa Marco (7PM). El estudio investigó la efectividad de los regímenes globales de gestión pesquera a través de evaluaciones realizadas por 1.200 expertos en el tema, una cuestión que que se sopesó a la vista de la información disponible sobre la sostenibilidad de la pesca. Según el informe, la mayoría de estos regímenes incumplen las normas establecidas por las organizaciones internacionales. La conversión de los consejos científicos, de forma transparente y participativa, en políticas ayuda a determinar la sostenibilidad de la pesca. «Quizá el resultado más sorprendente de nuestro estudio fue que ningún país del mundo cumplía de forma sistemática con todos los atributos relativos a la gestión», explicó el Dr. Camilo Mora de la Universidad Dalhousie (Canadá) y de la Universidad de California-San Diego (Estados Unidos). «Así pues, si me pregunta qué países cumplen y cuáles no, la respuesta es que depende del atributo específico que se considere.» El Dr. Mora añadió que la pesca mundial es uno de los bienes naturales más importantes para la humanidad. «Lamentablemente, se ha abusado de los caladeros mundiales, lo que ha provocado el declive o la destrucción de muchas poblaciones de peces», añadió. Por su parte el profesor Boris Worm, de la Universidad Dalhousie y coautor del estudio, afirmó: «Las consecuencias de la sobreexplotación de la pesca mundial son preocupantes no sólo para la seguridad alimentaria y el desarrollo socioeconómico, sino [también] para los ecosistemas oceánicos. Ahora nos damos cuenta de que la pesca en exceso también puede mermar la biodiversidad y productividad de los ecosistemas.» El Dr. Mora señaló que las diversas consecuencias socioeconómicas y ecológicas relacionadas con la reducción de las poblaciones de peces pesan mucho en la conciencia de muchas personas de todo el mundo. Se han propuesto muchas iniciativas orientadas a que los «países mejoren el aprovechamiento de sus recursos marinos», añadió. «Algunas de estas iniciativas son el Código de Conducta para la Pesca Responsable, el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de Naciones Unidas», afirmó el Dr. Mora. «Aunque la mayoría de los gobiernos han aprobado estas iniciativas, sigue pendiente la cuestión de evaluar a nivel global hasta qué punto se han puesto en práctica estos ideales y si estos han tenido efectividad.» Si bien los países más ricos poseen un grado más elevado de conocimientos científicos y más capacidad para poner en práctica dichas iniciativas que los países más pobres, también se enfrentan a las repercusiones negativas que tienen el exceso de subvenciones y su mayor capacidad pesquera, aspecto este que se debe a las mejoras realizadas en sus flotas nacionales. Según muestra el estudio, las naciones más pobres no sólo carecen de los conocimientos científicos que poseen los países desarrollados y de la capacidad de hacer cumplir la legislación, amén de contar con una capacidad pesquera menor; además, han vendido derechos de pesca mediante contratos desproporcionados a países que no tienen estas desventajas. A escala mundial, las flotas extranjeras de la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y China son las que más peces extraen de los mares.