Un estudio aclara el origen del polvo antártico
El retroceso de los glaciares de la Patagonia es la razón por la que la cantidad de polvo que llega a la Antártida experimenta cambios abruptos, según ha revelado una investigación financiada con fondos comunitarios. El estudio, publicado en Internet por la revista Nature Geoscience, recibió financiación por parte de una beca Marie Curie de la UE. Estos hallazgos contribuyen al conocimiento científico de los cambios que ha sufrido el clima en el pasado y permitirían ajustar las predicciones científicas sobre lo que podría ocurrir en un futuro. Testigos extraídos del manto de hielo de la Antártida muestran cambios bruscos en la cantidad de polvo que llegó al alejado continente en épocas pasadas. Se pensó en un principio que estos cambios eran producto de las distintas condiciones ambientales reinantes en las zonas de donde procedía el polvo, pero los análisis realizados al polvo encontrado en los testigos sugieren que su origen es sudamericano. En este estudio reciente, los investigadores examinaron sedimentos lacustres del extremo meridional de Sudamérica y los compararon con el polvo encontrado en los testigos de hielo antárticos. La información, que abarca más de 80 000 años, pone de manifiesto una estrecha relación entre la progresiva recesión de los glaciares de la región y la cantidad de polvo que se deposita en la Antártida. En resumen, cuando se retiraron los glaciares patagónicos, la cantidad de polvo que alcanzaba el continente antártico descendió bruscamente. Los glaciares contienen una cantidad inmensa de partículas de polvo. Cuando su tamaño era mayor, el agua de deshielo y los sedimentos se depositaban directamente en llanuras yermas y con fuertes vientos atravesadas por pequeños arroyos cuyo origen estaba en el propio glaciar. Al fluctuar la cantidad de agua aportada por el glaciar, algunas partes de la llanura quedaban secas periódicamente, lo que permitía que los potentes vientos que suelen azotar la región levantaran el polvo y lo dejara en suspensión en la atmósfera. Desde ahí viajaba sobre el Océano Antártico hasta que se depositaba sobre el continente de la Antártida. No obstante, al retirarse los glaciares, al pie de su lengua se formaba un lago. Esto provocaba que el agua de deshielo y los sedimentos se depositaran directamente en él. De esta forma el polvo quedaba atrapado y no llegaba hasta las llanuras desde las que era transportado por el viento al secarse. Así se explica que la cantidad de polvo que alcanzaba la Antártida disminuyera cada vez que retrocedían los glaciares patagónicos. «Los testigos extraídos del manto de hielo de la Antártida contienen un registro del medio ambiente mundial», comentó el profesor David Sugden de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido). «No obstante, las cantidades de polvo pusieron de relieve algunos cambios repentinos que nos dejaron desconcertados, hasta que nos dimos cuenta de que los glaciares patagónicos actúan como un interruptor que libera más o menos polvo a la atmósfera.»
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Reino Unido