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Cómo crecen y adónde van: pescadores y científicos rastrean el bacalao en el Mar Celta

Pescadores y científicos de Irlanda están colaborando para estudiar el bacalao del Mar Celta valiéndose de un moderno dispositivo de marcado. En la primavera de 2007 se procedió al marcado de unos bacalaos que ahora están siendo capturados gradualmente por los pescadores, los ...

Pescadores y científicos de Irlanda están colaborando para estudiar el bacalao del Mar Celta valiéndose de un moderno dispositivo de marcado. En la primavera de 2007 se procedió al marcado de unos bacalaos que ahora están siendo capturados gradualmente por los pescadores, los cuales, junto a investigadores del Instituto Marino de Irlanda, están estudiando el crecimiento y el comportamiento de este importante pez. El proyecto recibe financiación de forma indirecta del Instrumento Financiero de Orientación de la Pesca (IFOP) de la UE. En respuesta a diversos testimonios de pescadores que afirmaban que las zonas de cría del bacalao donde estaba prohibida la pesca probablemente estaban en condiciones favorables para esta actividad, el Instituto Marino de Irlanda puso en marcha un estudio sobre los patrones de crecimiento y migración del bacalao del Mar Celta. Valiéndose de diversos dispositivos de rastreo, tanto convencionales como de avanzada tecnología, científicos y pescadores se aliaron para capturar, marcar y dejar en libertad 4.063 bacalaos en el Mar Celta. Se capturaron dos grupos distintos de bacalao que habitan en zonas próximas: en alta mar se capturaron bacalaos en fase de desove de mayor tamaño; y ejemplares más pequeños en criaderos de zonas litorales. De esta forma los científicos podrían estudiar una amplia variedad de comportamientos. A los peces capturados se les colocó una etiqueta numerada convencional (del tamaño aproximado del plástico que mantiene unidos los pares de calcetines en los comercios), la cual se implantó en la aleta dorsal con un aparato similar al que se utiliza para hacer «piercings» en la oreja. Esta etiqueta queda bien visible para los pescadores, quienes pueden así apartar los ejemplares, medirlos, pesarlos y entregarlos al equipo científico para su estudio. A algunos de los ejemplares de más tamaño (de más de 50 cm) se les colocó también una «etiqueta de almacenaje de datos» (DST), la cual se implantó quirúrgicamente en el vientre de cada animal. Se trata de etiquetas que miden y registran la temperatura y la presión (es decir, la profundidad) cada cuatro minutos durante un período de hasta dos años. La implantación de cada DST no es tarea fácil. Para ello es necesario capturar el bacalao izando las redes muy lentamente para evitar que sufra el síndrome de descompresión (el aire de su vejiga podría expandirse y provocarle la muerte si las redes se izan demasiado rápido). Los peces seleccionados se meten en una cisterna anestésica y a continuación se colocan sobre una especie de camilla por la que pasa agua en la que un investigador implanta la etiqueta por medios quirúrgicos. Por último, se cose el pescado y se pone en una cisterna de reanimación y observación antes de devolverlo al mar. Las etiquetas convencionales permiten realizar mediciones puntuales y obtener información valiosa, pero las DST sirven para rellenar lagunas en los datos que indican dónde han ido los peces y qué han hecho durante todo ese tiempo. Al capturar bacalaos que habitan en zonas próximas, pero que se encuentran en fases vitales distintas, y al emplear varios instrumentos para recopilar datos, explicó Macdara Ó Cuaig, investigador del Instituto Marino, «podemos observar cómo crecen y adónde van». Hasta ahora se ha recuperado el 10% de los peces marcados de manos de pescadores de Irlanda, España, Francia y Reino Unido. Los datos de temperatura y presión registrados por las DST se pueden comparar con los datos de temperatura y profundidad que se conocen en relación con cada zona, lo cual da indicios de cuándo y en qué aguas (profundas o someras) se mueven los peces y cuándo salen a la superficie para alimentarse o reproducirse. Posteriormente pueden realizarse simulaciones de crecimiento y migración de los peces, las cuales ofrecen un panorama más realista de su comportamiento. «Lo que convierte este proyecto en un éxito», indicó el Sr. Ó Cuaig, «es que cada pez recapturado y registrado añade una pieza al rompecabezas y nos ayuda a comprender mejor su población». Los resultados provisionales de este estudio indican que el bacalao del Mar Celta presenta un índice de crecimiento elevado. «Un pez que recibimos el mes pasado y que llevaba una etiqueta convencional no sólo confirmó el rápido crecimiento del bacalao del Mar Celta, sino que presenta la peculiaridad de haber sido atrapado tres veces y liberado dos», informó el Sr. Ó Cuaig. «El peso de este pez se ha multiplicado por dieciséis en tan sólo quince meses, lo cual demuestra lo que puede llegar a producir la población del bacalao del Mar Celta.» La principal virtud de este estudio, según el Sr. Ó Cuaig, es la estrecha cooperación que se está dando entre los científicos y los pescadores. «El aspecto más alentador de este proyecto son los resultados que podemos lograr aunando los conocimientos y técnicas de los pescadores y los científicos, quienes comparten el objetivo de conocer mejor la población del bacalao», destacó. «Un ejemplo magnífico de alianza entre la pesca y la ciencia.» Así pues, si encuentra un pez marcado, recuerde que tiene una historia que contar y que puede llevar premio.

Países

Irlanda

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