Una meseta de hielo se desgaja de la Antártida
La comunidad científica sigue de cerca un inmenso cambio que se está produciendo en la Antártida y que podría obligar a rehacer los mapas de la región, puesto que la meseta de hielo Wilkins parece estar a punto de desgajarse de la Antártida. La meseta de hielo Wilkins se sostiene sólo mediante una delgada pasarela de hielo que cuelga entre dos islas. De acuerdo con los científicos, se trata de un impacto en el medioambiente antártico que está claramente relacionado con el cambio climático. Al principio de la década de los noventa, muchos científicos, entre los que se incluía el profesor David Vaughan de la British Antarctic Survey (BAS, «Investigación Antártica Británica»), predijo que la zona norte de la meseta Wilkins podría desaparecer antes de 2020 si el calientamiento climático registrado en la región avanzaba a la misma velocidad. Pero los datos actuales demuestran que aquellos cálculos fueron demasiado optimistas. «[La] meseta de hielo Wilkins es la última de una larga y creciente lista de mesetas de la Península Antártica que están respondiendo al rápido calentamiento sufrido en la zona durante los últimos cincuenta años», comentó el profesor Vaughan. «Los acontecimientos actuales demuestran que fuimos muy moderados al predecir a principios de los noventa que la meseta Wilkins duraría treinta años. La realidad es que está desapareciendo mucho más rápido de lo que esperábamos.» Al desintegrarse la meseta, aumenta la presión sobre el puente de hielo que conecta la propia meseta con la Isla de Charcot. Cuando caiga este puente, el resto de la meseta estará en peligro. Los científicos suelen vigilar los cambios en la estabilidad de las mesetas de hielo porque normalmente son éstas las que retienen los glaciares. Sin las mesetas, los glaciares se derrumban, lo que provoca la subida del nivel del mar. Sin embargo, lo más probable es que en este caso no ocurra tal cosa. «La desintegración de la meseta Wilkins no elevará el nivel del mar, puesto que ya flota sobre el océano, y son pocos los glaciares que desembocan en ella», afirmó el glaciólogo Ted Scambos del NSIDC («Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo») de los Estados Unidos. «En cualquier caso, el derrumbe pone de manifiesto que la región de Wilkins ha sufrido una intensa temporada de deshielo. El hielo marino de esta región casi ha desaparecido, dejando la meseta expuesta a la acción de las olas», añadió. La inminente desintegración se detectó por primera vez utilizando imágenes de satélite. El BAC decidió entonces sobrevolar la meseta para recopilar vídeos con los que realizar observaciones en detalle. Para la misión se utilizaron aeronaves especiales como la «de Havilland Canada DHC-6 Twin Otter», la más utilizada en situaciones de frío extremo por ser capaz de volar a temperaturas de hasta -75 °C. Lo observado tanto en las imágenes de satélite como en las otras más detalladas no es en absoluto alentador. En febrero los científicos observaron cómo una superficie de casi cuatrocientos kilómetros cuadrados se separaba de la meseta de hielo Wilkins, estrechando el puente que la une a las islas de Charcot y Latady hasta convertirlo en una franja de seis kilómetros de anchura. Los días 30 y 31 de mayo volvió a desprenderse un área de unos 160 kilómetros cuadrados, dejando la anchura del puente en 2,7 kilómetros. Si nos basamos en estas observaciones, podríamos decir que la situación es grave y no debe menospreciarse. «La Wilkins es la mayor meseta de hielo amenazada de la Antártida occidental, y pende de un hilo», concluyó el profesor Vaughan.