El cambio al horario de verano altera el reloj biológico humano
Ahora que Europa se prepara para retrasar los relojes una hora y pasar al horario de invierno, el proyecto EUCLOCK, financiado por la UE, da la buena noticia de que los relojes internos de nuestro cuerpo se ajustan por lo general con bastante facilidad al cambio de horario de otoño. La mala noticia es que no ocurre lo mismo cuando se produce el cambio de horario de ahorro de energía (DST, en inglés) de primavera, cuando los relojes se adelantan una hora. Aunque una cuarta parte de la población mundial vive en países que aplican el DST, se han realizado muy pocos estudios sobre el impacto que produce este cambio en la fisiología y el comportamiento humanos. El reloj interno de nuestro cuerpo depende de la luz diurna para mantenerse en sincronía con el entorno, y este cambio repentino de sincronización con el amanecer supone una importante alteración para el sistema. «Aunque normalmente creemos que los cambios de hora provocados por las transiciones del DST son "sólo de una hora" tienen muchos más efectos graves si lo consideramos en el contexto de los cambios estacionales del reloj circadiano», explicó el Profesor Till Roenneberg, de la Ludwig-Maximilian-University de Múnich, en Alemania. En esta última investigación, que publica la revista Current Biology, el Profesor Roenneberg y sus colegas examinaron los patrones del sueño en más de 50.000 personas. El equipo descubrió que, en los días de descanso, el sueño se sincroniza con el tiempo del amanecer del tiempo estándar, pero no con el DST. Después analizaron con detalle el ritmo de sueño y de actividad durante las ocho semanas próximas a las que se producen las dos transiciones DST en cincuenta personas. En el estudio se tuvo en cuenta también el cronotipo individual de cada persona y si eran «madrugadores» o «trasnochadores». Descubrieron que el ritmo de sueño y actividad se ajustaban fácilmente al cambio del DST del otoño, pero el ritmo de los niveles de máxima actividad no se ajustaba a la llegada del DST, en primavera. Las personas con cronotipos vespertinos, que tienden a irse a la cama más tarde y se levantan después, son los que más padecen los efectos de este cambio. «Nuestros resultados demuestran que el reloj circadiano humano no se ajusta a la transición de DST», afirmó el Profesor Roenneberg. «Es más evidente en los cronotipos vespertinos, en primavera, al examinar los modelos de actividad diarios. Su ritmo biológico se mantiene básicamente estándar en el invierno, mientras que a lo largo del verano tienen que ajustar los horarios sociales al adelanto de hora. «Es demasiado pronto para afirmar si el DST tiene un impacto grave a largo plazo sobre nuestra salud, pero los resultados indican que debemos tomar este asunto con seriedad y realizar muchas más investigaciones sobre el fenómeno».