Los expertos aseguran que aunque el agujero de ozono sea más pequeño no hay motivo para despreocuparse
El agujero de ozono situado sobre el Polo Sur ha disminuido. El satélite Envisat de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha realizado nuevas mediciones que demuestran que es un 30 % más pequeño que en el máximo registrado en 2006, cuando la pérdida de ozono alcanzó los 40 millones de toneladas. Los resultados no apuntan, sin embargo, a una recuperación de la capa de ozono, como destacan los expertos. «El agujero de la capa de ozono de este año estaba menos centrado en el Polo Sur que en años anteriores, lo que hizo que se mezclara con aire más caliente, reduciendo el crecimiento del agujero debido a que el ozono se agota a temperaturas inferiores a -78° C», afirma el Dr. Ronald van der A, un científico jefe de proyectos, del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos (KNMI), quien añade que, el tamaño menor se debe más bien a las variaciones naturales de la temperatura y a la dinámica atmosférica. Para medir la pérdida de ozono, se analiza el área y la profundidad del agujero. Este año, el área que comprende la capa de ozono mide menos de 220 unidades Dobson. Esta unidad mide el grosor de la capa en una columna directamente por encima del área que se está midiendo y la medición actual equivale a 24,7 millones de km², lo que corresponde aproximadamente al tamaño de Norteamérica. Los datos de la ESA se utilizan para supervisar el ozono y realizar pronósticos. Este servicio en tiempo casi real forma parte de las actividades del consorcio Promote (PROtocol MOniToring for the Global Monitoring for Environment and Security Service Element), constituido por más de treinta socios procedentes de once países. El satélite Envisat de la Agencia Espacial Europea lleva a bordo tres instrumentos atmosféricos, que le permiten localizar la pérdida de ozono y realizar un seguimiento de los posibles cambios. Combinados con los datos meteorológicos y los modelos de campos de viento, los científicos pueden evaluar el tamaño del agujero y predecir el nivel de radiaciones ultravioletas perniciosas. Durante la pasada década, la capa de ozono protectora, que se encontraba a unos 25 km de la Tierra, en la estratosfera, disminuyó anualmente un 0,3 % de grosor a escala global. Su origen se debe a los gases destructivos como la clorina y la bromina, que proceden de productos elaborados por el ser humano como los clorofluorocarbonos (CFC) y los bromofluorocarbonos. Estos compuestos presentan una alta estabilidad, pero se dividen bajo la influencia de la luz solar y las nubes estratosféricas. Los radicales que se originan reaccionan después con las moléculas de ozono, que las dividen en moléculas individuales de oxígeno.