Corchos mejorados para lograr vinos de mayor calidad
Tanto productores como consumidores prefieren el empleo del corcho para embotellar el vino. Éste presenta varias propiedades singulares que garantizan un sellado óptimo y unas condiciones ideales de envejecimiento. Sin embargo, es necesario tener en cuenta el problema para la calidad del producto que supone el vino acorchado provocado por los haloanisoles. Hoy en día se han extendido las prácticas de detección de tapones contaminados en la propia embotelladora. Por desgracia, un corcho puede pasar este control de calidad y estar contaminado, lo que multiplica las pérdidas económicas en toda la cadena de producción. Desde el proyecto ENCORK (Electronic nose to detect haloanisoles in cork stoppers), financiado con fondos europeos, se propuso una alternativa. El equipo a cargo de la investigación, compuesto por un grupo de pymes y organizaciones de I+D de prestigio, se propuso generar una tecnología no invasiva capaz de detectar TCA (el haloanisol más común del vino) en las plantas embotelladoras. El dispositivo es un olfato electrónico capaz de detectar TCA rápidamente en concentraciones de dos partes por billón (2 ng/L) a una velocidad de doscientos cincuenta corchos por hora. En el proyecto se desarrolló un conjunto de sensores, los sistemas de software y hardware necesarios para procesar la información generada por los sensores, un sistema de muestreo basado en mecanismos y gases y un prototipo eficaz a un precio competitivo. Para garantizar la inalterabilidad de las propiedades y la calidad del corcho se contempló el empleo de tapones de corcho tanto natural como aglomerado. Los resultados fueron satisfactorios y se han publicado en eventos y congresos y a través del sitio web del proyecto. La comercialización de la tecnología desarrollada por ENCORK beneficiará a los consumidores y aumentará las ventas en la industria del vino.
Palabras clave
Embotellado de vino, ENCORK, tapones de corcho, sabor acorchado, haloanisoles, TCA