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Tendencias científicas: ¿Seremos capaces de resucitar a los muertos?

Unos científicos han logrado restablecer algunas funciones cerebrales de unos cerdos horas después de su muerte.

Investigación fundamental icon Investigación fundamental

La definición de muerte siempre ha sido muy clara. Pero, ¿y si la muerte no es el fin? Un estudio innovador publicado en la revista «Nature» que investiga si determinadas funciones podrían restablecerse mucho tiempo después de la muerte está desdibujando la línea que separa la vida de la muerte y permite abrigar esperanzas médicas, aunque también plantea problemas bioéticos. ¿En qué momento está un animal, o incluso un humano, muerto? ¿La muerte sigue siendo el final? Unos científicos de la Universidad de Yale han recuperado la actividad celular en treinta y dos cerebros de cerdos que habían sido sacrificados para la cadena alimentaria cuatro horas antes. Colocaron los cerebros en un equipo de su laboratorio y empezaron a bombear por los órganos un sustituto de la sangre especialmente diseñado. Desarrollaron el sistema denominado BrainEx, que se empleó para bombear nutrientes artificiales a la red vascular cerebral. No obstante, el equipo de investigación hizo hincapié en que los cerebros tratados no mostraban ninguna actividad eléctrica que indicara conciencia o percepción. Los investigadores subrayaron que los cerebros no podían pensar ni percibir nada. «En términos clínicos, no se trata de un cerebro vivo, aunque es un cerebro activo celularmente», declaró Zvonimir Vrselja, coautor del estudio e investigador asociado en neurociencia en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, a la agencia «Reuters». Básicamente seguían siendo cerebros muertos, así que ¿por qué es relevante este experimento? Transforma las ideas sobre cómo muere el cerebro. Hasta ahora, se creía que la muerte se producía de forma rápida e irreversible cuando cesa el suministro de oxígeno. En la «BBC», Nenad Sestan, investigador principal y primer autor , explicaba: «La muerte celular en el cerebro se produce a lo largo de una ventana temporal más amplia de lo que se pensaba anteriormente. Lo que demostramos es que el proceso de muerte celular es un proceso gradual por etapas, y que algunos de estos procesos pueden o bien posponerse, preservarse o incluso revertirse». A lo que añadió: «Todavía desconocemos si seríamos capaces de restaurar una función cerebral normal». Los supuestos sobre el daño cerebral en humanos están en tela de juicio En un reportaje de «Nature», los especialistas en bioética Stuart Youngner e Insoo Hyun de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve de Cleveland señalan que, si este tipo de trabajo da lugar a unas técnicas mejores para resucitar los cerebros de personas, esto podría complicar las decisiones sobre cuándo extraer órganos para trasplantes. Les preocupa lo que podría suponer un equipo de mantenimiento de vida cerebral para los que esperan trasplantes de órganos. Los dos especialistas en bioética animan a que tenga lugar un debate saludable. «Según nuestra opinión, el estudio BrainEx, y los trabajos sucesivos que seguramente inspirará, destacan la necesidad de un debate más abierto. Un debate en el que participe todo el mundo (desde neurocientíficos y políticos hasta pacientes y personal médico) podría ayudar a aclarar qué criterios hacen que alguien cumpla los requisitos para donar órganos en lugar de ser resucitado. Este tipo de debates también pueden explorar cómo se garantiza que la donación de órganos pueda integrarse con la asistencia a enfermos terminales con una controversia mínima». Y concluyen: «Los investigadores estamos muy lejos de poder restaurar estructuras y funciones de los cerebros de las personas que hoy en día serían declaradas muertas. Sin embargo, pensamos que no es demasiado pronto para estudiar cómo este tipo de investigación podría afectar al número cada vez mayor de pacientes en estado crítico que esperan riñones, hígados, pulmones o corazones».

Países

Estados Unidos

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