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La neuroimagen que nos ayuda a reparar nuestros cerebros

La mayoría de la gente piensa que las tecnologías de procesamiento de imágenes médicas sirven para diagnosticar enfermedades o detectarlas antes de que aparezcan los primeros síntomas. El proyecto BRAINTRAIN adopta otro enfoque utilizando la resonancia magnética funcional (RMf) para ayudar a los pacientes con enfermedades neurodegenerativas y mentales a regular su propio cerebro.

El concepto de BRAINTRAIN (Integrative neuroscience school on brain function and disease) se basa en la formación en neurorretroalimentación: los pacientes pueden realizar un seguimiento de la actividad de su cerebro en pantalla, poner a prueba estrategias específicas para regularla y comprobar por sí mismos los resultados. El profesor David Linden, coordinador del proyecto y director del grupo de imaginología neuropsiquiátrica de la Universidad de Cardiff, opina que esta solución podría ayudar a pacientes con dependencia del alcohol, autismo, trastorno por estrés postraumático o incluso enfermedad de Parkinson. ¿Por qué cree que la neuroimagen puede ser un arma clave para luchar contra los trastornos mentales? La neuroimagen y la neurofisiología no invasiva (electroencefalografía, magnetoencefalografía, etc.) son en la actualidad las únicas técnicas que nos permiten acceder al funcionamiento del cerebro humano «in vivo». Por consiguiente, son una mirilla excepcional al interior de la mente humana. Esta mirilla puede ayudarnos a mejorar nuestra comprensión de los mecanismos neurológicos subyacentes a los síntomas psiquiátricos, tales como las alucinaciones o el síndrome de abstinencia de drogas, así como a evaluar los efectos neurológicos de las terapias (psicológicas o farmacológicas). Por último, algo de especial importancia en el contexto de BRAINTRAIN, puede dar lugar a nuevos métodos de tratamiento, especialmente la neurorretroalimentación. ¿Cuál diría que es el motivo por el que este uso de la neuroimagen es innovador? BRAINTRAIN reúne a grandes expertos en RMf en tiempo real, una técnica de imaginología funcional que permite rastrear la actividad de redes y zonas específicas del cerebro con una elevada resolución espacial (milimétrica) y una resolución temporal en el rango de los segundos. El profesor Nikolaus Weiskopf del Instituto Max Planck de Neurociencia Cognitiva, de Leipzig, es un experto en imagen por resonancia magnética (IRM) ultrarrápida, mientras que el profesor Rainer Goebel de Braininnovation es experto en el análisis de datos de IRM en tiempo real. Al combinar estos métodos, podemos obtener y analizar datos de la RMf en un rango inferior a los segundos y mostrar la señal al participante, lo cual es la base de la formación para la autorregulación. La idea es que los pacientes puedan utilizar estas señales, siguiendo unos protocolos específicos, para cambiar la actividad de su cerebro, algo que puede influir positivamente en su salud mental. Esta sería la primera aplicación terapéutica de la neuroimagen. ¿Nos puede contar más sobre el proceso de tratamiento de un paciente? Los pacientes se encuentran en el escáner de IRM y reciben retroalimentación sobre su actividad cerebral mediante la proyección de una pantalla de ordenador (también puede ser retroalimentación sonora). Esta pantalla de ordenador puede simplemente mostrar el pico de activación con un termómetro o un indicador similar, o se puede proporcionar retroalimentación mediante el cambio de una escena o estímulo relevante para la enfermedad, por ejemplo un alimento o el alcohol, como en el caso del estudio que hemos realizado en BRAINTRAIN sobre la ansiedad por la comida. Entonces, se pide a los participantes/pacientes que cambien la actividad cerebral en el sentido deseado (por ejemplo, que la regulen de forma ascendente o descendente) y ellos ven si lo logran a través de los cambios en los estímulos; por ejemplo, la imagen de los alimentos podría volverse más pequeña. El aprendizaje puede darse en un procedimiento de prueba y error, pero muchos estudios también sugieren ciertas estrategias potenciales. ¿Qué tipo de impacto espera observar en los pacientes? Un reciente estudio de Cardiff mostró una mejora considerable de los síntomas de depresión en pacientes que se formaron en la regulación al alza de las zonas que responden a los estímulos afectivos positivos, así como en una formación de un grupo de control sobre la regulación al alza de una zona visual. Otro estudio llevado a cabo por nuestros socios de la Universidad de Coimbra comprobó la viabilidad de un programa de formación sobre atención social para pacientes con autismo, utilizando el procesamiento y la retroalimentación en tiempo real de señales de electroencefalografía (EEG) para controlar la atención del paciente. Este protocolo sirvió para ofrecer formación sobre interacción social en diversos contextos pertinentes para el desempeño cotidiano de pacientes con autismo, como pedir una bebida en un bar o hablar con un profesor. Aunque el programa de formación no logró mejorar la atención, obtuvo otros progresos en referencias clínicas de resultados secundarios, especialmente en el ámbito de la depresión. ¿Nos puede dar otros ejemplos de trastornos que podrían paliarse con este método? Además de los ejemplos anteriores (depresión y autismo), estamos estudiando su uso con el trastorno por estrés postraumático, la dependencia del alcohol y la ansiedad infantil. En otros proyectos, también hemos organizado una acción piloto con neurorretroalimentación para la rehabilitación neurológica (enfermedad de Parkinson). ¿Cómo prevén ofrecerlo a los pacientes? Dado el carácter no invasivo de la neurorretroalimentación, existen pocos obstáculos para ofrecer esta técnica a los pacientes tras haber demostrado su eficacia. Evidentemente, la disponibilidad y el coste de las instalaciones de IRM constituyen una limitación, pero la mayoría de protocolos que comprobamos recurren tan solo a un número reducido de sesiones (de una a seis), lo cual permite mantener el coste a un nivel razonable. ¿Qué opiniones han recibido de los profesionales del sector hasta el momento? Los profesionales se muestran agradecidos por la oportunidad de hablarle de nuestros ensayos a sus pacientes. No suele haber ensayos clínicos en psiquiatría y la mayoría de pacientes se muestran dispuestos a explorar nuevos métodos de tratamiento no invasivos, especialmente para trastornos difíciles de tratar de otra forma (por ejemplo, la dependencia del alcohol o el autismo). Dado que la neurorretroalimentación implica una colaboración muy activa por parte de los pacientes, que deben desarrollar sus propias estrategias personalizadas para una correcta autorregulación, el proceso de aprendizaje es activo y los profesionales nos han comentado que les gustaría compartirlo con sus pacientes y obtener más información sobre las estrategias que han empleado. Actualmente, estamos buscando modos de recopilar estas estrategias y de incorporarlas en el proceso terapéutico.

Países

Reino Unido

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