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Solidaridad cívica bajo la lupa

Las crisis recientes han demostrado que la idea de la solidaridad europea es más fuerte que la suma de los gobiernos que deberían promulgarla. El proyecto TransSOL estudió las raíces de la solidaridad liderada por la sociedad civil y las condiciones que la han permitido prosperar.

La crisis migratoria europea que empezó en 2015, al igual que la crisis económica que la precedió, ha puesto de manifiesto los límites de la solidaridad europea. Sin embargo, cuando la integración de la Unión Europea (UE) evidenció sus límites y los Estados miembros se esforzaban para llegar a un acuerdo para compartir la carga, la sociedad civil empezó a predicar con el ejemplo. Desde organizar donaciones hasta abrir las puertas de sus hogares a los migrantes necesitados, los ciudadanos mostraron iniciativa, mientras que los funcionarios parecían reticentes a actuar. Ver cómo la sociedad civil abordaba tales crisis es, sin duda, una fuente de inspiración, pero también exige un análisis sistemático. ¿Qué lleva a los ciudadanos querer hacer valer la solidaridad europea? ¿Cómo podemos aprovechar esta buena disposición? ¿Cómo pueden los gobiernos y las instituciones de la UE apoyar y complementar las iniciativas de la sociedad civil? El proyecto TransSOL (European paths to transnational solidarity at times of crisis: Conditions, forms, role-models and policy responses) tenía por objeto responder estas preguntas ofreciendo el primer análisis riguroso y exhaustivo sobre la solidaridad transnacional en Europa. ¿Por qué se quiso centrar este proyecto específicamente en los momentos de crisis? Christian Lahusen: Un proyecto que trate la solidaridad europea debe abordar las distintas crisis que afectan a los ciudadanos. La Gran Recesión, la llamada «crisis migratoria» y el «brexit» han provocado graves problemas y conflictos dentro de los Estados miembros europeos y entre ellos. Hemos llegado a un punto en que los conceptos mismos de cohesión europea y solidaridad están en crisis. Sin embargo, existe una creciente movilización de los ciudadanos y la sociedad civil. El proyecto TransSOL estaba especialmente interesado en estas expresiones cívicas de la solidaridad europea: queríamos determinarlas y analizarlas, y extraer enseñanzas en términos de factores inhibidores y positivos. ¿Qué aspectos de la solidaridad tomaron en cuenta y por qué? Nuestro proyecto presupone que la solidaridad es un fenómeno multidimensional. No obstante, para dibujar un panorama adecuado de la solidaridad europea es necesario tener en cuenta sus diversas expresiones: evidentemente, las actividades benéficas y altruistas, pero también el apoyo político. Pudimos demostrar que la solidaridad se organiza en distintos planos: los ciudadanos a título individual y las redes interpersonales; la sociedad civil y las redes organizativas; y el estado de bienestar nacional y los debates públicos. Además, en términos normativos, hemos observado que, a pesar de que la solidaridad es un principio universal que tiende puentes entre comunidades, países y continentes, a menudo está ligada a circunscripciones y comunidades específicas y, por tanto, se limita a los miembros de determinados grupos, tales como Estados-nación o grupos étnicos. De hecho, la solidaridad puede ser inclusiva cuando implica una lucha por los derechos de grupos distantes, pero también puede ser profundamente exclusiva, cuando la ayuda y el apoyo se limitan a los que forman parte de la propia comunidad. La solidaridad es una norma altamente politizada y conflictiva, lo cual significa que también debemos analizar la manera en que la emplean los grupos distintos, y puede que contrarios. ¿Cuál fue la forma de proceder para llevar a cabo su investigación? Empezamos desarrollando herramientas de investigación para determinar y analizar la solidaridad en sus distintos niveles de agregación. Realizamos una encuesta de población con el fin de investigar la solidaridad individual, participamos en distintas encuestas organizativas para reconstruir ámbitos de solidaridad transversales dentro de los países europeos y entre ellos, examinamos debates públicos en los medios de comunicación, y determinamos el papel de la solidaridad en los ordenamientos jurídicos y los sistemas institucionales de la UE y los Estados miembros. Nuestra investigación comparó tres cuestiones (discapacidades, desempleo y migración/asilo) para revelar los argumentos y condiciones principales que rodean la solidaridad. La investigación se llevó a cabo en ocho países europeos (Alemania, Dinamarca, Francia, Grecia, Italia, Polonia, el Reino Unido y Suiza) y a escala de la UE. ¿Cuáles diría que fueron sus logros más importantes? Descubrimos que una proporción considerable de ciudadanos europeos apoya la idea de la solidaridad inclusiva y participa activamente en actividades individuales, tanto dentro como fuera de su país. Por otra parte, observamos un aumento impresionante de las iniciativas ciudadanas como reacción a las distintas crisis de la UE, lo cual demuestra que el público en general está decidido a actuar como «apagafuegos» en los momentos en que los Gobiernos parecen incapaces de responder adecuadamente. Sin embargo, nuestros datos confirmaron que las personas suelen limitar la solidaridad a sus conciudadanos y a aquellos que consideran de confianza y merecedores de ella. Además, aunque hemos visto importantes momentos de solidaridad pública inclusiva durante la Gran Recesión desde 2008 y la crisis migratoria de 2015, el ímpetu de la solidaridad pública duró poco en ambos casos y fue reemplazada por tendencias regresivas por toda Europa. Por tanto, la solidaridad cívica requiere respuestas institucionales y políticas públicas de apoyo. ¿Puede dar un ejemplo de mejores prácticas que crea que debería inspirar la futura política europea? Se pueden sacar varias conclusiones de nuestra evaluación de prácticas e iniciativas de solidaridad transnacional en colaboración con activistas locales. Podemos citar la importancia de estar vinculados a un contexto local y a una circunscripción, la capacidad de nutrir una red descentralizada de iniciativas locales y activistas, la necesidad de contar con actividades de comunicación y traducción para dominar la diversidad cultural y lingüística de Europa, la combinación de las plataformas de comunicación y coordinación en línea y fuera de línea, y el uso de símbolos poderosos para transmitir mensajes. ¿Y sus recomendaciones para los responsables políticos? En términos generales, nuestros análisis muestran que los responsables políticos tienen que hacer los deberes: los ciudadanos han mostrado reiteradamente que son capaces intervenir cuando surgen problemas sociales y están dispuestos a ello. Sin embargo, las respuestas políticas inadecuadas debilitarán forzosamente la solidaridad de la comunidad civil, sobre todo a largo plazo, debido a la sobrecarga, la frustración, la suspensión de la movilización o la difamación pública. La inacción del sector público puede, por tanto, poner en riesgo el fundamento mismo de la comunidad europea. Más concretamente, vemos la necesidad de elaborar una legislación europea que fomente el desarrollo y la sostenibilidad a largo plazo de la sociedad civil. La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (art. 12) otorga explícitamente la libertad de reunión y asociación en todos los niveles. Sin embargo, falta una infraestructura jurídica para materializar este derecho. Actualmente no existe ninguna norma jurídica europea sobre una «asociación europea». Además, proponemos reformular el equilibrio entre la financiación institucional y la financiación de proyectos, puesto que es fundamental contar con una financiación pública sostenible y estable de las plataformas para estabilizar la organización y la coordinación de las iniciativas de solidaridad transnacionales. ¿Cuál espera que sea la repercusión del proyecto? Esperamos tres tipos de repercusiones. En primer lugar, esperamos que los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil utilicen los conocimientos proporcionados por TransSOL en distintos aspectos: encontrar inspiración en las actividades de otros ciudadanos e iniciativas; aprender de la forma en que los demás han actuado y se han organizado a escala local y transnacional; y descubrir cómo defender los principios basándose en pruebas empíricas presentadas en TransSOL. En segundo lugar, TransSOL está sensibilizando a los responsables políticos sobre la importancia de fomentar la solidaridad de la comunidad civil. Además, nuestros resultados empíricos y las recomendaciones sobre política preparan el terreno para políticas con base empírica. Por último, TransSOL facilita unos valiosos conocimientos científicos sobre formas de solidaridad transnacionales. Esto también incentiva otros análisis, de modo que se profundizará el conocimiento público a largo plazo.

Países

Alemania