Una investigación sobre los efectos de la privación de alimento en el estornino arroja nuevas claves sobre la depresión
Las personas que han vivido circunstancias adversas durante la primera infancia, tales como la desatención emocional, los abusos o los traumas, son más propensas a padecer trastornos anímicos en etapas posteriores de sus vidas. Nuevos hallazgos indican que el tipo de exposición a situaciones adversas y el momento de la infancia en el que se producen podrían influir de manera determinante en el posterior desarrollo de trastornos anímicos. No obstante, debido a la naturaleza diversa de las adversidades a las que puede verse expuesta una persona, resulta complicado identificar efectos específicos basándose en datos epidemiológicos humanos. En los estudios con animales es posible manipular las fuentes de adversidad y, por tanto, probar de manera concluyente distintas hipótesis causales. Esto es exactamente lo que hizo el equipo del proyecto financiado con fondos europeos COMSTAR, cuyos hallazgos se han publicado recientemente en un artículo aparecido en la revista «Scientific Reports». Según explicó el consorcio, se han realizado numerosos experimentos de laboratorio con roedores para analizar el impacto de las situaciones adversas en la primera infancia, normalmente, mediante periodos intermitentes de separación temporal de las crías de sus madres durante los primeros quince días de vida. No obstante, como ocurre debido a las limitaciones de los estudios con humanos, en la mayoría de los experimentos suelen confundirse varias fuentes de adversidad, tales como la malnutrición, la hipotermia o la falta de cuidados, contacto físico y protección. El equipo solo cita un experimento en el que se haya analizado el impacto de un tipo específico de adversidad —la privación de alimento—, colocando a las crías al cargo de una hembra no lactante. Estos investigadores sostienen que la alimentación «[…] podría ser el impulso más importante para el desarrollo. Además de su función esencial para el crecimiento y el desarrollo normal, la alimentación es un refuerzo esencial capaz de modelar el comportamiento mediante el aprendizaje». Los horarios de alimentación influyen en la forma en la que los sujetos perciben la recompensa, así como el castigo por omisión que supone la ausencia de alimento. Los investigadores analizaron en qué medida la alimentación a una edad temprana influye en cómo buscan, evalúan y reaccionan los individuos ante la recompensa y el castigo. Los socios señalaron que, dado que la depresión se caracteriza por una menor sensibilidad a la recompensa y una hipersensibilidad a los estímulos negativos, se propusieron averiguar si los horarios de alimentación en las primeras etapas de la vida podían influir en el desarrollo de fenotipos depresivos. El consorcio prefirió actuar con cautela y se aseguró de que la cantidad de alimento proporcionada a los sujetos del experimento —ejemplares de estornino común— era mayor que el esfuerzo necesario para obtenerla, a fin de disociar los efectos del experimento de los derivados de las necesidades nutricionales básicas. Manipularon la cantidad de alimento (tratamiento de cantidad) y el esfuerzo de solicitarlo (tratamiento de esfuerzo) para crear distintas combinaciones, y descubrieron que el horario de alimentación implantado en tan solo diez días durante las primeras etapas de la vida puede ejercer un efecto duradero en la motivación para alimentarse en la edad adulta y la sensibilidad hacia la obtención o la pérdida de la recompensa. Estos resultados ponen de manifiesto la importancia de los horarios de alimentación durante la infancia en el desarrollo de fenotipos depresivos. La ansiedad y la depresión son fenómenos que suelen venir aparejados. Hasta la fecha, este hecho se explicaba porque ambos estados obedecían a una misma causa. Sin embargo, los resultados de COMSTAR apuntan a que podrían tener distintas causas relacionadas con la experiencia de castigo y recompensa. En palabras del equipo «[…] nuestros resultados corroboran tesis recientes que sostienen que los horarios de alimentación podrían afectar más de lo que se pensaba al comportamiento humano en la edad adulta y, por tanto, requieren un estudio en profundidad». COMSTAR (The effects of early-life adversity on cognition: A comparative approach) investigó las consecuencias de la exposición a situaciones adversas durante la infancia en el comportamiento y la salud durante la vida adulta. El equipo indagó en esta cuestión comparando estudios con humanos y estorninos comunes en un intento de determinar si el estrés y la adversidad a edades tempranas pueden acelerar el proceso de envejecimiento. El envejecimiento se determina principalmente midiendo los cambios en la longitud de los telómeros, esto es, los «topes» protectores del ADN situados en los extremos de los cromosomas. Esta investigación pretendía esclarecer cómo adaptan los individuos sus decisiones conductuales en función de su estado físico y su edad biológica. Para más información, consulte: Sitio web del proyecto
Países
Reino Unido