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Nueva visualización encefálica del Alzheimer a edades distintas para acelerar el diagnóstico y el tratamiento

La enfermedad del Alzheimer, asociada a distintos síntomas, normalmente observados a través del comportamiento y los actos del paciente, carece de un tratamiento eficaz. Un proyecto financiado con fondos de la Unión Europea contribuyó a capturar imágenes que muestran los cambios que padece un encéfalo con Alzheimer a distintas edades. Con este sistema se espera dar con nuevos métodos diagnósticos y de tratamiento para la enfermedad.

La enfermedad de Alzheimer (EA) cada vez es más prevalente, sobre todo entre los más mayores. Sus síntomas, muy variados, suelen ser un reflejo de la fase vital del paciente cuando aparece la enfermedad. Esta variación presenta todo un reto de cara al tratamiento, especialmente en los pacientes más jóvenes, para los que suele ser difícil realizar un diagnóstico correcto. Los investigadores respaldados por el trabajo realizado en el proyecto BIOFINDER (Biomarkers For Identifying Neurodegenerative Disorders Early and Reliably), financiado con fondos europeos, lograron desarrollar una metodología con la que visualizar la EA en el encéfalo a distintas edades y publicaron sus resultados en la revista de neurología Brain. Imágenes de la aparición y la progresión de la enfermedad Antes de cumplir los sesenta y cinco años, los pacientes suelen ver reducida su precepción espacial y su capacidad de orientación. Los pacientes de mayor edad suelen mostrar síntomas que se asocian tradicionalmente a la enfermedad, entre ellos la falta de memoria. En las palabras de uno de los miembros del equipo científico, Michael Schöll, de la Universidad de Lund y de la Universidad de Gotemburgo: «contamos ahora con una herramienta que nos ayuda a identificar y detectar distintos subgrupos de la enfermedad de Alzheimer. Esto facilita el desarrollo de fármacos y tratamientos adaptados a distintas formas de Alzheimer». Un indicador de la aparición del Alzheimer es la creación de ovillos neurofibrilares por parte de la proteína encefálica tau que inhiben el buen funcionamiento de las sinapsis y las neuronas, los dispositivos de señalización del encéfalo. Estos se identifican mediante técnicas de imagen como una cámara de tomografía por emisión de positrones (TEP) en combinación con una molécula trazadora. La molécula se une a tau y la imagen se obtiene con la cámara PET. «Los cambios en las distintas partes del encéfalo que podemos observar en las imágenes mantienen una correspondencia lógica con los síntomas de pacientes en los que el Alzheimer apareció pronto o más tarde», explicó el profesor de neurología Oskar Hansson, de la Universidad de Lund y coordinador del proyecto BIOFINDER. Los hallazgos se basan en un estudio con alrededor de sesenta pacientes de Alzheimer del Hospital Universitario Skåne (Suecia) y treinta personas sin deficiencias cognitivas que ejercieron como grupo de control. Hacia una aplicación clínica Además de resultar una carga terrible para los pacientes y sus familias, las afecciones neurodegenerativos como la demencia y el Parkinson, lo son también para los sistemas sanitarios. Además, a pesar de la inversión en tratamientos, normalmente terapias farmacológicas, ninguno se ha demostrado efectivo a la hora de detener o frenar el avance de la enfermedad. El panorama no es más halagüeño a la hora de detectar las patologías subyacentes o de obtener conocimientos sobre los mecanismos concretos de la enfermedad en los humanos. Sin embargo, muchas enfermedades neurodegenerativas presentan rutas de desarrollo conocidas y discernibles que aparecen hasta entre diez y quince años antes de la manifestación aparente de los síntomas clínicos. Esto implica que es posible diagnosticar la enfermedad con antelación y por tanto ofrecer un tratamiento eficaz. Las nuevas terapias aprovechan esta ventana de intervención y se sirven de biomarcadores para realizar diagnósticos tempranos. Este tipo de tratamientos ofrecidos cuanto antes evitarían tener que realizar análisis innecesarios y reducirían la ansiedad y la incertidumbre que podría sufrir el paciente. Por el momento, esta técnica de obtención de imágenes se ha empleado únicamente en un entorno de laboratorio donde puede utilizarse para identificar a pacientes que podrían ser más propensos a responder a terapias nuevas y cuantificar dianas farmacológicas relevantes como los oligómeros de β-amiloide y α-sinucleína. Aun así, el profesor Hansson entiende que incluso tras los ensayos clínicos, las aplicaciones clínicas reales tardarán algunos años en llegar. Para más información, consulte: Sitio web del estudio sueco de BIOFINDER

Países

Suecia

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