La forma de manejar el teléfono desvela información sobre su usuario
Usar distintas contraseñas para cada sitio web, cambiarlas con asiduidad, memorizarlas, y a pesar de ello, los sitios web y sus datos pueden verse comprometidos. Todo esto complica el acceso frecuente a servicios y sitios web y aumenta la inseguridad. La biométrica puede ofrecer opciones sólidas. Capacidades como el reconocimiento de voz en servicios bancarios a distancia, el reconocimiento de rostros en las aplicaciones móviles o el escaneado de huellas dactilares para acceder al teléfono aceleran nuestra interacción con la tecnología. Sin embargo, si bien nos liberan de la tiranía de las contraseñas, estas técnicas de seguridad también pueden sortearse. La tecnología necesaria para crear medidas de seguridad exhaustivas precisa de un conjunto completo de rasgos del que extraer características consistentes que permitan identificar al usuario. Cuanto más variados sean los datos obtenidos, más probabilidades existen de crear perfiles precisos que faciliten el refuerzo de la seguridad. El proyecto financiado con fondos europeos AMBER (Enhanced Mobile Biometrics) se dedicó precisamente a esta tarea. Sus responsables demostraron gracias a distintos corpus de datos la capacidad de identificar el sexo de los usuarios mediante el análisis de gestos y el modo en el que estos interactúan con sus pantallas. En un artículo publicado recientemente, el equipo explica el software y el protocolo utilizado para obtener datos, el conjunto de características extraídas y el proceso de análisis asistido por inteligencia artificial. Los resultados de este análisis exploratorio confirmaron la posibilidad de adivinar el sexo del usuario a partir de datos sobre cómo desliza los dedos por la pantalla, e indicaron una precisión del 78 % con datos de movimientos de deslizamiento en dos direcciones distintas. Estos datos se obtuvieron en un teléfono inteligente Samsung GT-I9100 «Galaxy S2» y los investigadores estudiaron catorce parámetros como la velocidad media, las distancias del arco, los ángulos de comienzo y final, el área y la longitud. A los participantes se les pidió que utilizaran el teléfono con una mano (de su preferencia) y la pantalla en posición vertical y que utilizaran el pulgar de la misma mano para interactuar con la pantalla. Estos datos se denominan «biométricos blandos» y pueden utilizarse para mejorar la interacción y aumentar la seguridad. Los rasgos biométricos blandos se definen como «características anatómicas o del comportamiento que ofrecen cierta información sobre la identidad de una persona, pero no la suficiente como para determinar su identidad». Los datos biométricos duros permiten el reconocimiento mediante las huellas dactilares, el iris y el rostro. El equipo del proyecto no solo trabaja en el desarrollo de un software capaz de determinar el sexo de una persona en función de cómo se deslizan los dedos sobre la pantalla, sino que también tiene en cuenta la orientación en la que se mantiene el teléfono y el modo en el que se mueve cuando se transporta. Lo verdaderamente interesantes de su propuesta es que los sensores necesarios para generar los datos ya están integrados en la mayoría de los teléfonos y tabletas. Explican que los rasgos biométricos predichos pueden permitir a los sistemas informáticos basados en el tacto personalizar la interacción con sus usuarios para ajustarse mejor a sus características. Además, esta información podría mejorar el rendimiento de los sistemas continuos de autentificación por biometría instalados en dispositivos con pantallas táctiles. Para más información, consulte: Sitio web del proyecto
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Reino Unido