La quimioterapia contra los tumores encefálicos puede causar depresión
La financiación para el proyecto MECPST-IPD otorgada al Dr. Martin Egeland, del King's College de Londres (Reino Unido), hizo posible una investigación sobre el efecto del fármaco temozolomida en la neurogénesis y sobre la relación entre la neurogénesis consumida y la depresión. La revista «Journal of Translational Psychiatry» publicó un artículo en el que firma como coautor y en el que presentó los resultados de su equipo. La relación entre la depresión, la neurogénesis en adultos y los antidepresivos es un ámbito de enorme interés para la ciencia desde hace un decenio. Sin embargo, existe un obstáculo que impide definir la aplicabilidad de los estudios in vitro y con animales al encéfalo humano, que no es otro que la falta de ética que entraña reducir la neurogénesis en adultos con fines experimentales. No obstante, TMZ es un fármaco antimitótico (que inhibe la mitosis o división celular) y como tal podría tener como efecto secundario la reducción de la neurogénesis en adultos. El estudio de sus efectos podría generar información nueva sobre el impacto de esta reducción en el encéfalo y las relaciones entre dicha reducción y la depresión. Investigaciones anteriores muestran que la depresión, una enfermedad mucho más prevalente de lo que se diagnostica, que podría afectar hasta al 90 % de los pacientes. En sus estudios utilizaron modelos murinos, si bien informaron que el grado de neurogénesis en adultos en el hipocampo humano podría ser superior a la que se produce en roedores, razón por la que urge esclarecer cualquier tipo de vínculo. ¿Qué ocurre en el comportamiento y el ánimo al reducir la neurogénesis? Para averiguarlo se diseñó un experimento en el que se incluyó un grupo de ratones a modo de control. A uno de los grupos de ratones se le inyectó el TMZ en solución salina, mientras que al grupo control sólo se le administró la solución salina. Para imitar el tratamiento cíclico administrado en entornos clínicos, los animales recibieron inyecciones durante tres días seguidos cada semana durante seis semanas, periodo al que siguió otro de seis semanas de recuperación. Se comprobaron sus reacciones a novedades, esto es, el tiempo que tardaban en acceder a comida situada en medio de un entorno nuevo y cuánta comida consumían en periodos de veinticuatro horas para detectar cambios en el apetito. También evaluaron la preferencia por la sacarosa y analizaron sus reacciones a zonas iluminadas o en sombra junto a otros parámetros relevantes para la depresión como los niveles de estrés. Posteriormente se analizó su sangre y tras concluir los experimentos se diseccionó a los ejemplares. Nueve semanas después de finalizar el tratamiento con TMZ se obtuvieron y analizaron muestras encefálicas. Tras diseñar un método nuevo de disección frontal para aumentar la precisión de su trabajo, el equipo descubrió que el TMZ provocó reducciones prolongadas en la neurogénesis, especialmente en el giro dentado ventral. Los análisis de sangre desvelaron que el estrés había provocado un aumento de la corticosterona en los ratones tratados con el fármaco. Los resultados no mostraron un grado de ansiedad distinto entre los ratones sometidos a tratamiento y los del grupo de control. El equipo resumió sus resultados con las siguientes palabras: «[…] Este estudio ofrece indicios sólidos de que las reducciones en la neurogénesis en adultos inducida por quimioterapia podría influir en la respuesta al estrés y los comportamientos relacionados con el procesamiento de novedades, los cuales pueden sumarse al conjunto de indicios de depresión». De la teoría a la práctica El trabajo ejecutado por el Dr. Egeland y sus colegas en el proyecto MECPST-IPD (Identification of inflammation pathways involved in the predisposition to decreased neurogenesis and depression) resulta especialmente importante para los pacientes de cáncer tratados con TMZ. Además, dado que todas las formas de quimioterapia influyen en la división celular, sus hallazgos son relevantes para muchos de los fármacos utilizados contra el cáncer. Ser plenamente consciente de que estos tratamientos pueden exponer al paciente a un riesgo mayor de depresión también permite a los médicos advertir de la situación con antelación. A largo plazo, el equipo al cargo de la investigación se propone averiguar si ciertas intervenciones en pacientes de cáncer, como las actividades cognitivas, son capaces de aumentar la reserva neurogénica antes de embarcarse en un tratamiento con quimioterapia, y protegerles así en mayor medida de los efectos secundarios del mismo. Tratar el cáncer es prioritario, pero mejorar la calidad de vida del paciente podría reducir su vulnerabilidad a enfermedades de la salud mental. Para más información, consulte: Página del proyecto en CORDIS
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Reino Unido