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Lo que las sociedades del conocimiento pueden aprender de las sociedades cazadoras-recolectoras

El proyecto intercultural LEK, financiado con fondos europeos, ha demostrado que el conocimiento local de las poblaciones indígenas, pese a estar concentrado con frecuencia en unos pocos, genera beneficios para la mayoría.

Se suele decir que vivimos en una «sociedad del conocimiento», en la cual la generación, el almacenamiento, el intercambio y la aplicación de información no dejan de incrementar el capital humano. Por otro lado, investigaciones realizadas en las naciones industrializadas han puesto de manifiesto que un acceso no igualitario a estos sistemas del conocimiento (con frecuencia, a causa de barreras educativas) restringe las ventajas a solo unos pocos. No obstante, estas investigaciones «no tuvieron en cuenta la importancia que podrían tener la cooperación y el hecho de compartir de cara a comprender la naturaleza adaptable del conocimiento», señaló la profesora Victoria Reyes García del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB). Esta profesora, perteneciente a la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), opina que hay una escasez general de investigaciones empíricas y comparativas sobre la posible influencia práctica de la cultura en el conocimiento. Conocer a fondo este proceso adaptable del conocimiento podría resultar determinante en una época en la que numerosos problemas como el cambio climático requieren de esfuerzos cooperativos. La profesora Reyes García y su equipo se propusieron estudiar el «conocimiento ambiental local» (Local Environmental Knowledge, LEK) entre poblaciones indígenas. Concretamente, el proyecto LEK analizó las implicaciones del LEK para la llamada sociedad del conocimiento y de qué manera las políticas en materia de biodiversidad en los bosques tropicales repercuten sobre los medios de sustento de las poblaciones indígenas. Un estudio pionero sobre el conocimiento ambiental local Por norma, los estudios anteriores sobre LEK se habían realizado en un solo lugar, lo cual limita sus generalizaciones. En cambio, este proyecto analizó el funcionamiento dinámico del LEK en tres sociedades cazadoras-recolectoras: los Tsimane' (cazadores-recolectores y horticultores de la Amazonia boliviana), los Baka (seminómadas de la cuenca del Congo) y los Punan Tubu (cazadores-recolectores de Borneo). Estas sociedades fueron escogidas por su relativa independencia con respecto a los sistemas formales de índole económica, educativa y sanitaria. Los investigadores permanecieron durante un año y medio con estas poblaciones y emplearon una gama de herramientas de recogida de datos, tanto cualitativas (entrevistas) como cuantitativas (rastreo por GPS). Para garantizar la solidez de los resultados, el estudio siguió un método investigativo que poseía especificidad cultural pero, a la vez, permitía comparar las distintas culturas con vistas a analizar el LEK relacionado con los alimentos silvestres, plantas medicinales, agricultura y caza. Entre otras tareas, se realizó un análisis multivariable para obtener estimaciones de los réditos del conocimiento en referencia a la salud, el estatus nutricional y la productividad agrícola y recolectora. Seguidamente, a partir de los datos se extrajeron conclusiones sobre los réditos del LEK y las condiciones bajo las cuales es adaptable o no.En relación con estas sociedades reducidas, el estudio muestra que el LEK contribuía a mejorar la salud y la nutrición, la gestión de la biodiversidad y prácticas agrícolas sostenibles. Todo ello posee implicaciones importantes para las prácticas de conservación. Por ejemplo, uno de los resultados es que quienes poseían más LEK tenían más probabilidades de observar las consecuencias del cambio climático sobre los sistemas locales, observaciones de utilidad para científicos en busca de medidas eficaces de adaptación. En palabras de la propia profesora Reyes García, al hacer caso omiso del LEK «estamos condenando a las sociedades a reinventar la rueda, una compleja rueda de respuestas adaptables a los cambios». Desde el punto de vista de las políticas, y en un intento por evitar prácticas destructivas como la tala de árboles, con frecuencia las tareas de conservación se centran en prevenir todo tipo de acceso de los humanos a la naturaleza, incluso con fines de subsistencia. Sin embargo, por el hecho de depender de los recursos forestales tropicales (para obtener alimentos, medicamentos, refugio, etc.) y de aprovechar los bosques de formas sostenibles, las poblaciones indígenas podrían ser sus custodios más cualificados. En consecuencia, a través del estudio se recomienda aplicar enfoques «bioculturales» que integren la cultura y los retos de las sociedades indígenas y favorezcan la transferencia intergeneracional de conocimientos. Compartir los beneficios del conocimiento como posible estrategia de adaptación de una población Quizás el descubrimiento científico de mayor calado fue que, mientras que los conocimientos en sí no estaban repartidos de manera homogénea en el seno de las sociedades, los beneficios de esos conocimientos sí que lo estaban. Por ejemplo, quienes poseían más LEK en conjunto no presentaban un «estatus nutricional» proporcionalmente superior al resto de la sociedad. A primera vista, esto podría parecer paradójico, pero la investigación concluyó que se debía a la naturaleza de estas sociedades, recíprocas y orientadas a compartir y cooperar. Según la investigadora, «nuestros resultados nos permiten conocer mejor sistemas de conocimiento que hasta ahora pasábamos por alto, pero también mecanismos alternativos con los que orientar la producción y el aprovechamiento de los conocimientos». Y a propósito de que la ciencia europea invierte en programas como «Ciencia con y para la sociedad», añadió que los resultados de su equipo «conminan a las autoridades políticas a reforzar los mecanismos que promueven y facilitan un uso compartido y abierto de la información y la difusión de los hallazgos científicos en la sociedad, de cara a obtener las máximas ventajas sociales y desarrollar formas de facilitar la transferencia del conocimiento local y científico a las instancias decisorias de todos los niveles». La profesora Reyes García opina que, si bien esto rebasa el alcance de su actual conjunto de datos, merece la pena investigar más a fondo la hipótesis de que un conocimiento colectivo total más amplio (incluso a expensas del individuo) podría constituir una estrategia adaptable para la población. Para más información, consulte: Página web del proyecto

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