Un estudio desvela que un círculo de amistades amplio aumenta la tolerancia al dolor
Investigadores de la Universidad de Oxford pertenecientes al proyecto financiado con fondos europeos RELNET consideran que la relación entre la cantidad de amistades y la capacidad para tolerar el dolor se debe a un sistema del encéfalo en el que participan las endorfinas, compuestos químicos analgésicos que favorecen la sensación de bienestar. En un artículo publicado en la revista Scientific Reports, el equipo —dirigido por el profesor Robin Dunbar y la doctorando Katerina Johnson— explica la teoría de que el sistema de endorfinas encefálico podría haber evolucionado no solo para gestionar nuestra respuesta al malestar físico sino también para influir sobre la percepción del placer que se experimenta gracias a las relaciones sociales. En concreto estudiaron la «teoría encefálica opioide de apego social», mediante la que se explica que las relaciones sociales activan emociones positivas cuando las endorfinas se unen a los receptores opioides del encéfalo, generando así bienestar cuando se pasa tiempo con amistades cercanas. «El comportamiento social y el apego a otras personas poseen gran importancia para la supervivencia, sea mediante la cercanía a los progenitores o la descendencia o mediante la colaboración con otros para encontrar comida o defendernos», comentó Johnson. La ejecución del ensayo El equipo comprobó su hipótesis mediante un estudio de las redes de contactos personales y el umbral del dolor de ciento un adultos con edades comprendidas entre dieciocho y treinta y cuatro años. Cada participante contestó a un cuestionario diseñado para averiguar con cuántos amigos se relacionaban una vez a la semana y con cuántos solo una vez al mes. También se estudió la personalidad de cada sujeto en función de rasgos como la «complacencia». Los sujetos proporcionaron datos sobre su aptitud física y el grado de estrés general en sus vidas. Se cree que, a mayor actividad de las endorfinas en el encéfalo, mayor es la tolerancia al dolor, y por ello se solicitó a los participantes que realizaran durante tanto tiempo como fueran capaces un ejercicio sencillo pero incómodo consistente en apoyar su espalda contra la pared manteniendo las rodillas en ángulo recto. Todo ello ofreció al equipo del proyecto un método indirecto de medir la actividad de las endorfinas en el encéfalo. Resultados esperados e inesperados El equipo descubrió que los sujetos con redes de contactos personales más amplias toleraban mejor el dolor, afirmación válida tanto en mujeres como hombres. Sorprendentemente, el factor más influyente fue la cantidad de amigos con los que se hablaba una vez al mes y no semanalmente. Los resultados, tras la aplicación de filtros para computar la influencia del estrés, la capacidad física y la complacencia, mostraron que un aumento de siete a doce amigos en esta segunda capa de contactos personales aumenta de media la tolerancia al dolor de un minuto a cuatro. No obstante, el equipo afirmó que no es posible determinar claramente si la relación se debe a que una mayor actividad social aumenta la liberación de endorfinas y la consecuente reducción del dolor, o si aquellos con un sistema de endorfinas más activo reciben una mayor recompensa en su actividad social y por tanto se rodean de más amistades. El estudio también deparó otros resultados interesantes. Los participantes con mejor aptitud física soportaban la prueba del dolor durante más tiempo, pero por lo general su círculo de amistades era más reducido. Esto puede deberse simplemente a una cuestión de tiempo, ya que aquellos que hacen más ejercicio tienen menos tiempo para dedicar a actividades de socialización. No obstante, cabe la posibilidad de que aquellos que experimentan una dosis de endorfinas mayor generada por el ejercicio físico no necesitan buscar el las sensaciones similares que surgen de la interacción con las amistades. Por último, se apreció que aquellos con mayor estrés tenían menos amistades, si bien este hecho no guardaba mucha relación con la tolerancia al dolor. Esto es, no se sabe a ciencia cierta si el estrés impide trabar amistades duraderas o si tener más amigos permite sobrellevar la presión inherente a la vida moderna. «El interés de los resultados también radica en que otras investigaciones recientes sugieren que el sistema de endorfinas puede verse alterado a causa de afecciones psicológicas como la depresión. Esto puede explicar en parte por qué aquellos que sufren depresión no experimentan placer y se apartan de la sociedad», comentó Johnson. Si bien los resultados de la investigación respaldan indicios anteriores de la relación entre la actividad de las endorfinas en el encéfalo y las relaciones sociales, será necesario ampliar las investigaciones para determinar qué motiva las diferencias entre distintas personas. De hecho, una hipótesis prometedora se centra en la influencia de las variaciones genéticas sobre la cantidad de receptores endorfínicos en el encéfalo.
Países
Reino Unido