Nuevas tecnologías y herramientas para localizar y proteger tesoros sumergidos
El valor del patrimonio cultural que yace en los fondos marinos está sobradamente demostrado. Según las estimaciones de la UNESCO, existen unos tres millones de barcos naufragados diseminados por los fondos oceánicos de todo el mundo. Y estos cálculos no incluyen el patrimonio cultural sumergido: tan sólo en Dinamarca, país que acogerá un coloquio científico de la UNESCO sobre acceso al patrimonio cultural subacuático («UNESCO Scientific Colloquium on the Access to Underwater Cultural Heritage») durante los días 8 y 9 de junio de 2016, el número de yacimientos podría situarse en torno a los veinte mil. Dado esto, no resulta sorprendente que el Museo Nacional de Dinamarca se encargara de coordinar el proyecto SASMAP con el propósito de favorecer la labor de los arqueólogos dedicados a localizar y proteger estos tesoros escondidos. El concepto de SASMAP surgió a partir de dos observaciones principales. En primer lugar, el inmenso potencial del patrimonio cultural subacuático contrasta con la forma en que éste se subestima. Sirva de ejemplo el Museo Vasa, en Suecia, que atrae cada año hasta un millón de visitantes, en gran medida gracias a un enorme buque de guerra sueco de 1626 recuperado en el año 1961. En segundo lugar, y más importante aún, se encuentra el hecho de que las excavaciones no son siempre la opción preferible, ni tampoco la más realista. Tal y como se apunta en la página web de SASMAP: «los costes derivados hasta la fecha de recuperar, conservar y exhibir los restos de una única embarcación de madera de grandes dimensiones, como pueda ser el Mary Rose en el Reino Unido, serían de aproximadamente 80 millones de euros, mientras que preservar in situ un naufragio de proporciones similares en Suecia supone un gasto de unos 70 000 euros». Además, en ocasiones, devolver el patrimonio cultural a la superficie puede producir daños irreparables. El Dr. David Gregory, coordinador de SASMAP, nos explica el modo en que las herramientas y tecnologías desarrolladas por el proyecto pueden ayudar a los arqueólogos a la hora de localizar y analizar los yacimientos, así como para escoger la opción de conservación más adecuada. ¿Cuáles son los principales problemas relacionados con la localización y la conservación de yacimientos subacuáticos? Intentaré dar una respuesta en dos partes. Por un lado tenemos las cuestiones relativas a la localización y, por otro, las que tienen que ver con la conservación. Localizar los emplazamientos generalmente resulta complicado porque se encuentran bajo la superficie marina, y esto hace que las labores de búsqueda con buzos sean mucho más arduas y costosas. Con frecuencia, estos trabajos se ven dificultados por la escasa visibilidad y la dureza de las condiciones en que se realizan. Además, aunque a menudo disponemos de la imagen de un barco naufragado situado en el lecho marino, muchos restos y parajes prehistóricos se encuentran enterrados, y lo mismo ocurre con los restos de naufragios más antiguos. Este problema se ha solucionado incrementando el empleo de técnicas de inspección acústica que permiten predecir, registrar y modelar con gran precisión aquello que se encuentre sobre el lecho marino y dentro del mismo. El proyecto también ha desarrollado un nuevo tipo de dispositivo acústico dotado con funciones 3D y con capacidad para explorar el lecho marino cuyo uso se está extendiendo a otros científicos marinos —no sólo arqueólogos— como puedan ser geólogos. En lo que respecta a la conservación, hay que considerar dos aspectos. Por una parte está la conservación in situ, es decir, la localización, documentación, protección y seguimiento de yacimientos situados en el lecho marino. Este método representa la postura ética mayoritaria hoy por hoy en el ámbito de la arqueología marina a nivel europeo e internacional —existen diversos tratados que abogan por este procedimiento—. Sin embargo, a veces la conservación in situ no es la alternativa más adecuada, como ocurre cuando se trata de emplazamientos en riesgo de ser dañados a causa de procesos naturales. Siempre que resulte posible, la mejor opción consiste en desenterrar las piezas, llevarlas a la superficie de forma segura y conservarlas para ser almacenadas y expuestas en museos, por ejemplo. El proyecto SASMAP se centró en ambos tipos de conservación. ¿Cómo contribuyen las herramientas de SASMAP a solucionar estos problemas? El proyecto SASMAP aplicó un enfoque integral. El propósito consistía en desarrollar diversas herramientas con las que localizar yacimientos empleando modelos basados en fuentes documentales. Esta labor se llevó a cabo en Dinamarca, donde pueden encontrarse restos prehistóricos sumergidos, y en Grecia, en busca de restos de la Época Clásica. Establecimos la posible ubicación de los yacimientos antes de enviar buzos para verificar nuestros hallazgos y comenzar a elaborar un plan apropiado para la gestión de estos yacimientos. La cuestión principal consistía en determinar las posibles amenazas de origen natural para los restos si decidíamos dejarlos en su emplazamiento. Un ejemplo serían los efectos de las corrientes, que pueden eliminar los sedimentos que actúan como cobertura y protección en un lapso relativamente corto de tiempo, produciéndose la pérdida de posibles hallazgos o incluso de yacimientos completos. También puede ocurrir que las partes expuestas de los restos o los yacimientos se vean dañadas por la acción de organismos tales como las bromas (para más información, consulte Wreck Protect, otro proyecto del Séptimo Programa Marco dedicado a la protección del patrimonio cultural subacuático), unos moluscos que, en condiciones propicias, pueden devorar madera con gran celeridad. Los socios del proyecto desarrollaron herramientas que permitían evaluar los entornos, tanto en mar abierto como en las zonas enterradas, con el fin de determinar si resultaban propicios o no para la conservación de los restos. Estas herramientas incluían un dispositivo de registro de datos a distancia que permite recabar información relativa a diferentes parámetros de la calidad del agua, como la salinidad, la temperatura, la profundidad, la concentración de oxígeno disuelto y la fuerza de las corrientes. También se crearon tres dispositivos para uso por parte de los buzos: un registrador de datos para medir diversos parámetros de los sedimentos, un instrumento con el que recoger muestras de los sedimentos del lecho marino para su posterior análisis en condiciones de laboratorio, así como un dispositivo utilizado para evaluar in situ el estado de deterioro de la madera sumergida. ¿Qué se puede hacer para proteger estos yacimientos? Incluso cuando se mantienen en su emplazamiento, con frecuencia resulta necesario proteger los restos. Una de las fórmulas escogidas en la investigación a este respecto consistía en desarrollar y utilizar hierbas marinas artificiales con las que evitar que las corrientes submarinas arrastren los sedimentos. En los casos en los que se decide desenterrar los artefactos, es habitual que estos sean muy frágiles y se puedan romper con facilidad al llevarlos a la superficie y durante el transporte al laboratorio. Se han diseñado métodos para consolidar los sedimentos alrededor de los artefactos —a menudo resulta complicado desenterrar de manera segura aquellos que se encuentran en la arena dado que ésta sencillamente se desmorona—. Esto se consiguió empleando polímeros ecológicos que convierten el agua de la arena en un gel denso que se puede eliminar fácilmente en el laboratorio. Otro de los métodos sería la elevación de bloques («block lifting») que, como su nombre indica, consiste en elevar artefactos encapsulados en una capa gruesa de sedimentos —como arcilla— a modo de bloques y extraerlos posteriormente en el laboratorio de forma segura y controlada. Ayudar a mejorar la legislación pertinente representaba uno de los objetivos iniciales del proyecto. ¿De qué manera pretende lograrlo? En Europa, la mayoría de los estudios y excavaciones arqueológicas se realizan a consecuencia del desarrollo de infraestructuras submarinas, es decir, cuando se va a instalar una tubería, un parque eólico, un cable o cualquier otro tipo de estructura en el lecho marino. Nos propusimos mejorar la legislación elaborando dos recomendaciones genéricas en las que se detallan el proceso arqueológico dirigido por el desarrollador y la forma en que los diversos grupos de interesados pueden acometerlo. En numerosas ocasiones, los gestores de proyectos de esta índole no son arqueólogos ni geólogos, por lo que simplemente pretendíamos mostrarles cómo se puede realizar esta labor. También queríamos contribuir ofreciendo estudios de caso y ejemplos sobre el modo en que se puede ejecutar este proceso basándose en los resultados de SASMAP. Se trata de un proceso sujeto al Convenio europeo de La Valeta, relativo a la gestión del patrimonio cultural. Por lo general, la conservación in situ supone la opción preferida, aunque con frecuencia puede ser una decisión adoptada sin considerar los distintos factores en liza. ¿Qué ha aprendido poniendo a prueba sus herramientas y métodos en Dinamarca y Grecia? Aunque los principales emplazamientos se encontraban en Dinamarca y Grecia, también se probaron varias herramientas en Italia y los Países Bajos. Las pruebas relacionadas con el registrador de datos en mar abierto se efectuaron en los Países Bajos. El dispositivo hizo gala de un excelente rendimiento a la hora de medir la fuerza de las corrientes sobre unos restos protegidos con las esteras de hierbas marinas artificiales desarrolladas por el proyecto. Ambos sistemas demostraron ser muy eficaces. En Dinamarca se probaron diferentes instrumentos destinados a evaluar los diversos entornos y materiales, en concreto el registrador diseñado para los sedimentos y el lecho marino y los dispositivos para tomar testigos de sedimentos y para evaluar el estado de la madera, con resultados muy satisfactorios. El funcionamiento del perfilador del subsuelo marino en 3D, con capacidad para explorar el lecho marino, se validó en Dinamarca, Grecia y Países Bajos. No obstante, los mejores resultados con este sistema los obtuvieron unos geólogos belgas que estaban muy interesados en el desarrollo del equipo y lo utilizaron para localizar los restos de trampas para peces que se remontan a la época romana y al Medievo. El proyecto completó su labor el pasado mes de agosto. ¿Aún queda trabajo por hacer? Sí, y mucho. Como coordinador, a día de hoy estoy ultimando los comentarios de la revisión final, así como las cuestiones financieras. En lo que respecta al trabajo científico, estamos esperando la aprobación definitiva de las recomendaciones por parte de los revisores y de la Comisión antes de publicarlas. Además, el consorcio está trabajando para publicar numerosos artículos divulgativos y científicos. También estamos estudiando la posibilidad de publicar un manual más sucinto centrado en los resultados generales del proyecto y en la gestión de patrimonio cultural subacuático. ¿Cuáles son los principales mercados objetivo del proyecto? ¿Cuándo podrán beneficiarse de los resultados y de qué manera? Sin duda esperamos que el colectivo dedicado al patrimonio cultural subacuático adopte las estrategias desarrolladas en SASMAP, tanto la general como la holística. Sin embargo, dado que el proyecto se proponía apoyar a las pequeñas y medianas empresas, también deseamos que se beneficien las cuatro pymes asociadas al consorcio. El mercado potencial va mucho más allá de la esfera de la arqueología, extendiéndose al ámbito de las ciencias del mar y de la oceanografía en general. Varios de los productos ya están disponibles en el mercado y otros lo estarán en breve, lo que supone un logro extraordinario. SASMAP Financiado con arreglo a FP7-ENVIRONMENT Página web del proyecto en CORDIS Sitio web del proyecto
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Dinamarca