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Un nuevo proceso permite extraer quitina del caparazón de mariscos de manera rentable

Los desechos del marisco pueden emplearse de forma rentable para fabricar polímeros biológicos a través de un proceso innovador que podría inaugurar un nuevo sector económico.

El proyecto CHIBIO, financiado con fondos europeos, tiene repercusiones positivas no solo para la industria marisquera de Europa, sino también para varios sectores interesados en sustituir los polímeros basados en fuentes fósiles por polímeros biológicos, habiendo demostrado que se puede extraer quitina de los caparazones a escala industrial, de forma eficiente y sostenible para el medio ambiente. Entre los colectivos interesados se encuentran los fabricantes de productos de hostelería, los fabricantes de envases y los fabricantes de neumáticos, por poner algunos ejemplos. Los principales beneficios económicos potenciales se esbozaron en un seminario celebrado en la Cumbre Europea de Inversiones en Bioeconomía celebrada en noviembre de 2015. Para la industria marisquera, los nuevos procesos de extracción en los que el proyecto es pionero prometen una reducción de los desperdicios y también de los costes. Se calcula que en Europa se desechan cientos de miles de toneladas de caparazones cada año, un proceso costoso pero necesario por el riesgo de que las toxinas se filtren al medio ambiente. Además de representar un posible problema de salubridad, tirar los caparazones supone un desperdicio de material orgánico que podría ayudar a Europa a reducir su dependencia de los combustibles fósiles. En este sentido, un componente clave contenido en los caparazones es una sustancia llamada quitina, un polímero similar al azúcar. El avance clave alcanzado por el proyecto CHIBIO ha sido demostrar que esta quitina puede extraerse de manera rentable y eficiente. Un obstáculo esencial de cara a establecer una industria viable dedicada a la obtención de quitina ha sido el gasto y la enorme cantidad de energía necesarios para su extracción a una escala provechosa económicamente. El proyecto desarrolló una plataforma de biorrefinería integrada para producir polímeros biológicos de gran valor y amplias prestaciones. En este proceso se utilizan microorganismos para degradar el caparazón y obtener la quitina sin la necesidad de emplear productos químicos. Las enzimas se utilizan entonces para obtener azúcares, que se descomponen después en componentes químicos que son de interés para las industrias química y de los polímeros. Además de ahorrar a la industria marisquera el trabajo de deshacerse de estos residuos, el nuevo proceso abre una nueva fuente de posibles ingresos. Por su parte, las industrias químicas y de polímeros podrán disponer de materiales biológicos que pueden sintetizarse y utilizarse en la fabricación —rentable y sostenible— de una gama de bioplásticos. A largo plazo, la extracción ecológica y provechosa de quitina ayudará a las economías a reducir su dependencia de los recursos fósiles. La tecnología goza, sin duda, de un gran atractivo mundial. Millones de toneladas de caparazones se desechan en Asia y Estados Unidos, donde sigue sin aprovecharse el potencial de la quitina como fuente de material biopolimérico. Esta innovación también podría beneficiar en particular a regiones rurales de la UE con malas condiciones económicas, como aquellas en las que opera la mayor parte del sector pesquero. La presentación del proyecto CHIBIO concluyó señalando que aún queda bastante para llegar a la comercialización a gran escala. El siguiente paso será debatir con los socios del proyecto la mejor manera de buscar financiación para poder expandir esta actividad y demostrar que el proceso es económicamente viable a nivel industrial. Este es el siguiente paso para llevar la tecnología al mercado. Para más información, consulte: página web del proyecto CHIBIO

Países

Alemania